Aunque cada ser es un mundo, y cada vez se dan más casos de personas que realizan actividades deportivas con total normalidad hasta los 70 años, los expertos sostienen que a partir de los 65 años, y fruto del menor gasto energético, requieren un menor aporte energético. En las primeras etapas tras la jubilación las personas mayores son más activas y comen más y cubren sus necesidades de nutrientes, pero a medida que se hacen más mayores el apetito disminuye y es cuando surgen los problemas porque necesitan menos energía que otros adultos pero los mismos nutrientes, de modo que su plato de comida ha de tener menos calorías pero las mismas proteínas, lípidos, etcétera, así que han de ser menús más densos para cubrir sus necesidades. De ahí que, como muy tarde a los 70, convenga revisar los hábitos alimentarios para adaptarlos a las nuevas necesidades biológicas y a los hábitos de vida de cada cual partiendo de la premisa de que hay que tomar una gran variedad y no una gran cantidad de alimentos. Pero a esas edades, uno ya tiene muy asentados sus hábitos y comportamientos alimentarios –la comida extraordinaria de los domingos, los platos tradicionales de la familia, etcétera–, de modo que lo ideal es plantear modificaciones paulatinas y progresivas en la dieta.
En cuanto a las recomendaciones de los distintos nutrientes, deben ser las mismas que en la edad adulta: 50-55% de hidratos de carbono, 10-15% de proteínas, 30-35% de grasas saludables, además de vitaminas y minerales procedentes de frutas y verduras.
Deberán prestar especial atención al consumo de vitamina D, ya que, la capacidad de síntesis es inferior y, por tanto, los requerimientos nutricionales aumentan ya que es fundamental para la salud de los huesos, que tantos problemas dan en esta etapa, o bien tomar el sol 10-15 minutos al día en cara o brazos, o bien a través de un suplemento.
La dieta ideal de las personas mayores debe aportar entre 30 y 35 kilocalorías por kilo de peso y día, lo que de media significa un menú diario de entre 1.700 y 2.500 kilocalorías.
Pero también importa cómo se consigue esa energía. El 55%-60% deben proporcionarla los hidratos de carbono (cereales, pasta, arroz…), menos del 30% las grasas y el 15% las proteínas. Precisamente la necesidad de más proteínas es uno de los elementos diferenciadores de la dieta de una persona mayor. Si para un adulto se recomiendan 0,8 gramos de proteína por kilo de peso y día, en una persona mayor sana se aconseja entre 1 y 1,2 gramos, que suben hasta 1,5 gramos si padece alguna enfermedad leve y a 2 si el organismo está sometido al estrés de alguna patología grave como una fractura de cadera o un proceso oncológico.
Pero la clave de una buena nutrición no son sólo las proteínas. Cuando efectuamos análisis a personas mayores autónomas y sanas, entre un 10% y un 30% tiene falta de minerales y vitaminas, y hay muchos estudios que evidencian que la mitad no tiene un consumo adecuado de estos nutrientes. Los déficits más frecuentes son los de vitamina D, B12 y ácido fólico, seguidos por las vitaminas B1, B6 y E, así como calcio, fósforo, hierro, potasio, magnesio y zinc.
Más vitamina D y calcio
Diversas investigaciones han constatado que los ancianos españoles tienen menos concentración de vitamina D que los de los países nórdicos. Aunque aquí tenemos más sol tendemos a taparnos y a escondernos de la exposición solar cuando tenemos cierta edad. A ello se añade que, con la edad, la piel sintetiza hasta un 25% menos de vitamina D que cuando se es joven, por lo que hay más necesidad de exponerse al sol, de comer pescado azul o de tomar suplementos a medida que se envejece porque la falta de esta vitamina afecta a la absorción del calcio. De hecho, los expertos advierten que los mayores necesitan un aporte diario de calcio superior al de los adultos: unos 1.200 miligramos los hombres y 1.500 las mujeres, el equivalente a cuatro o cinco vasos de leche.
Más fibra y agua
Con los años también hay que incorporar a la dieta más alimentos con fibra y más líquidos porque el tránsito intestinal y las digestiones se ralentizan y son frecuentes los problemas de estreñimiento o de diarrea. Geriatras y nutricionistas aconsejan tomar entre 25 y 30 gramos de fibra al día combinando fibra insoluble (cereales integrales) y soluble (la de frutas y verduras) y entre 30 y 35 mililitros de líquido por kilo de peso (una media de dos litros y medio de líquido, preferentemente agua). Con la edad disminuye la sensación de sed y se bebe menos pero se necesita mucho líquido porque el porcentaje de agua del cuerpo disminuye; por eso conviene beber agua cada media hora para reponer líquidos pero también incorporar zumos naturales, caldos o gazpachos en el menú diario para mejorar la hidratación.
Cinco o más comidas al día: atención a la anorexia de la persona mayor
Pero no es fácil cumplir todas estas recomendaciones. Los especialistas calculan que el 30% de las personas mayores ve muy mermado su apetito y el deseo de comer (anorexia del anciano, lo llaman) y que lo habitual al envejecer es acabar comiendo entre un tercio y la mitad de lo que se comía de joven. Por eso sugieren hacer cambios organizativos en la dieta, preparar menús variados para no caer en el aburrimiento y que haya más combinación de nutrientes, comprar a diario para priorizar los productos frescos y de temporada, y repartir la comida en cinco o más ingestas –desayuno, sobredesayuno ligero, comida, merienda, cena y recena ligera– para no tomar grandes cantidades en las comidas principales y facilitar la digestión. Para que la distribución de energía y nutrientes sea adecuada lo ideal es tomar el 25% de la ración diaria en el desayuno, el 5% en el sobredesayuno, el 35-40% en la comida, 5-10% en la merienda, un 20-25% en la cena y un máximo del 5% si hay recena. Se enfatiza que para que la dieta sea variada conviene no repetir a menudo alimentos: Es importante comer tres o cuatro raciones de pescado a la semana, pero también que ese pescado no sea siempre merluza, porque algunas personas tienden a comer siempre lo mismo por comodidad, porque les gusta o porque saben que les sienta bien.
Nuestras necesidades nutricionales no son las mismas a medida que cumplimos años. Y a medida que envejecemos hay que reducir las calorías y potenciar las proteínas, la fibra, el agua, las vitaminas y el calcio de nuestra dieta. Y comer más a menudo
Algunas técnicas culinarias como el marinado, el adobado o el encurtido pueden ayudar a diversificar la dieta porque reblandecen las fibras de los alimentos, facilitan la masticación y además incrementan el sabor, lo que puede ayudar a estimular el apetito. Claro que todas estas pautas están condicionadas al estado de salud de cada persona, puesto que hay enfermedades que exigen restringir ciertos alimentos (la diabetes, por ejemplo), que provocan carencias de ciertos nutrientes y hacen aconsejable tomar suplementos alimenticios, o que dificultan la deglución y obligan a modificar la densidad o consistencia de los alimentos.“Sin olvidar que para que el organismo rentabilice bien los nutrientes, en especial las proteínas, es necesario hacer ejercicio, incluso si se está encamado o en silla de ruedas.
Algunos consejos a tener en cuenta de forma general, se tendrán que adaptar a cada persona y circunstancias:
- Realizar actividad física adaptada a sus posibilidades
- Disminución de alimentos ricos en ácidos grasos saturados: evitar embutidos, bollería industrial, lácteos enteros, productos altamente procesados, etc.
- 2-3 piezas de fruta al día por sus vitaminas y contenido en agua. Ir variandolas.
- Incluir 1-2 raciones de verduras en el almuerzo y cena por sus minerales y agua. Ir variando estas verduras/hortalizas.
- Emplear el aceite de oliva virgen extra como aceite principal
- Consumir frutos secos y semillas por su contenido en grasas saludables y Omegas
- Las señales de sed en muchos casos se ven disminuidas por ello se deben ‘obligar’ a beber agua cada cierto tiempo, 1,5-2 litros al día
- La motilidad intestinal se reduce, es más fácil que aparezca el estreñimiento, por tanto el consumo de fibra d be ser diario en forma de cereales integrales [arroz, mijo, quinóa, trigo sarraceno…], fruta entera y verdura.
- Eliminar el consumo de azúcar refinada, tabaco y alcohol, y moderar el consumo de sal
- Adaptar las texturas de los cocinados a la capacidad de masticación
- Priorizar el cocinado al vapor, guisos, cocciones frente a los fritos o asados
- Dentro de las posibilidades de cada persona,no dejar de cocinar para no caer en productos precocinados, procesados
Cuando nuestros seres queridos llegan a ancianos, es muy importante tener en cuenta estos consejos para evitar la desnutrición en la llamada edad senior. Por eso recogemos aquí cinco consejos:
5 tips para evitar la desnutrición en la tercera edad
Pocas personas saben que la desnutrición en la tercera edad es muy peligrosa, y que las estadísticas muestran datos alarmantes. En la práctica, uno de cada 12 adultos mayores de 60 años padece desnutrición crónica y uno de cada dos pacientes mayores de 75 años que ingresa en un hospital, por diversas causas, se encuentra desnutrido. Aunque esta deficiencia nutricional es muy común en la tercera edad, no se le presta la debida atención.
Cómo evitar la desnutrición en la tercera edad
Estas recomendaciones se aplican para el cuidado de los adultos de tercera edad en general: en casa, en hogares de ancianos e instalaciones de salud.
Controlar el peso regularmente
Si el sitio cuenta con enfermeras, es necesario que controlen el peso del paciente mayor de forma regular. Pero si el adulto mayor vive en casa, deberá controlar su peso por su cuenta, ya sea en una farmacia o adquiriendo una balanza para el hogar.
Hacer puré con los alimentos, o mejor texturizados
Cuando la persona no puede masticar o tragar adecuadamente, es necesario procesar los alimentos que contienen los nutrientes que necesita: proteínas, vitaminas, minerales. Una de las causas de la desnutrición en la tercera edad es que el cuerpo no recibe una alimentación adecuada, pues el anciano no puede masticar, siente molestias o dolor al tragar, o no tiene apetito.
En nuestra Residencia de Felechosa apostamos por los texturizados. Lo explicamos en este artículo:
TEXTURIZADOS, UNA ALTERNATIVA TERAPÉUTICA Y CULINARIA PARA PERSONAS MAYORES Y DIFICULTAD DIGESTIVA
Adaptar la ingesta de calorías según la actividad
Cuando el anciano puede moverse, esta actividad física requiere de un aumento en su ingesta de calorías, las que deben cubrirse con la alimentación. Por ello, la persona que se ocupa del anciano debe tener en cuenta que, cuanto más se mueva la persona mayor, mayor deberá ser su consumo de calorías.
Regular las porciones y la frecuencia de las comidas
Las personas de tercera edad frecuentemente tienen muy poco apetito, por eso es importante que coman varias veces al día, pequeñas porciones, pero que contengan una variedad de nutrientes. También es importante que consuma al menos una fruta al día, una porción de verduras, pan integral, leche, yogur o queso, así como proteínas (carne, huevos, pescado). Una de las comidas del día debe ser caliente.
Mejorar el confort al comer
Muchos ancianos tienen problemas de movilidad y ese es uno de los motivos por los cuales no desean comer. Moverse es doloroso, no se encuentran cómodos y, en algunos casos, no permiten que se les suministre el alimento. Por ese motivo es esencial buscar una forma en que el anciano se sienta cómodo y acceda a recibir un poco de ayuda.
Siguiendo estos 5 consejos básicos, es suficiente para prevenir la desnutrición en la tercera edad.
En nuestra Residencia, contamos con un departamento de Nutrición. No dude en ponerse en contacto con nosotros. 985 48 75 11