Las caídas representan una situación de peligro que se da con mayor frecuencia a medida que una persona envejece. Pero ¿qué podemos hacer para prevenirlo? Las caídas en personas mayores son algo a lo que se debe prestar atención. En estos casos, es necesario conocer sus posibles causas, así como evaluar las consecuencias que pueden ocasionar en la salud del adulto mayor.

El Ministerio de Sanidad recuerda que las caídas son la principal causa de lesiones en los adultos mayores y que, a medida que avanzan los años, las probabilidades de sufrir una aumentan.

Mantenernos activos, haciendo ejercicios que potencien la flexibilidad y el equilibrio, y establecer medidas básicas que hagan del hogar un entorno seguro son dos de las claves para minimizar el riesgo de caídas. Pero, aun así, éstas pueden ocurrir y es importante actuar de manera correcta al intentar volver a ponernos en pie, solos o con ayuda de alguien, para que los daños sean los menos posibles.

La Organización Mundial de la Salud —OMS— define el término «caída» como el acontecimiento involuntario que hace perder el equilibrio y dar con el cuerpo en tierra u otra superficie firme que lo detenga.

La edad es uno de los principales factores de riesgo para sufrir una caída, y su incidencia aumenta progresivamente con el paso de los años. De igual modo, el riesgo de que estos accidentes provoquen lesiones graves, o incluso la muerte, se incrementa con la edad.

¿Sabes cuáles son los factores de riesgo de sufrir una caída?

Los factores de riesgo de caídas pueden ser intrínsecos o extrínsecos. Veamos en detalle cuáles son los más frecuentes.

Intrínsecos: Son los que dependen de la persona, ya sea por el propio proceso de envejecimiento o por las circunstancias que se dan en ese momento. Los factores intrínsecos son los que más influyen y, entre ellos, se incluyen los siguientes:

  • Edad.
  • Haber sufrido una caída previa.
  • Alteraciones oculares como las cataratas o disminución de la agudeza visual.
  • Atrofia muscular y alteraciones musculoesqueléticas.
  • Problemas vestibulares que afectan al equilibrio.
  • Deterioro cognitivo.

Extrínsecos:

 La edad es un factor de riesgo de caídas. Sin embargo, muchos factores del entorno también pueden incidir. Aquí se engloban los factores que dependen del entorno que rodea a los mayores. A nivel del domicilio, puede haber falta de iluminación, desorden, suelos irregulares o que resbalan, alfombras o cables. También el uso de calzado inadecuado puede aumentar el riesgo de las caídas. Otro lugar importante es el cuarto de baño, la existencia de bañeras o platos de ducha sin los asideros adecuados puede aumentar el riesgo de las caídas. En la calle, los factores que aumentan el riesgo de las caídas de las personas mayores son:

  • El pavimento irregular o resbaladizo.
  • Los semáforos de corta duración.
  • La ausencia de rampas.

Por otro lado, en los medios de transporte, los movimientos bruscos y los tiempos cortos de subida o de bajada también influyen. La OMS también detalla que existen ciertos medicamentos que aumentan el riesgo de sufrir caídas, especialmente los que ejercen su acción a nivel del sistema nervioso central.

Consecuencias de las caídas en personas mayores

Se pueden clasificar en tres grupos:

1. Físicas Son las asociadas directamente a la caída, como fracturas, esguinces o heridas. Un artículo publicado en la Revista Médica de Costa Rica y Centroamérica enumera como ejemplos de estas consecuencias las fracturas y los hematomas, entre otras lesiones.

Las caídas que se producen cuando la persona mayor está sola suelen hacer imposible que se levante. Esto puede ocasionar, entre otros problemas graves, signos de hipotermia o deshidratación.

3. Socioeconómicas Las caídas conllevan un aumento de los recursos necesarios para atender a la persona afectada. Por otra parte, a nivel sanitario, incrementa el número de consultas,  ingresos hospitalarios, cirugías o rehabilitación.

¿Cómo se pueden prevenir las caídas en personas mayores?

Para prevenir las caídas, es de utilidad hacer los cambios necesarios en la vivienda, como instalar una iluminación adecuada, mantener seco el suelo del baño, poner alfombras antideslizantes o adaptar la altura de la cama. El Manual de prevención de caídas en el adulto mayor publicado por el Gobierno de Chile ofrece consejos muy importantes al respecto.

Si hay escaleras en la casa, asegúrate de que todos los peldaños son regulares y no resbalan, y que haya una barandilla fija a ambos lados de la escalera. Otro documento muy útil para conocer acciones preventivas básicas es la Guía para la prevención de accidentes en las personas mayores de la Comunidad de Madrid.

Hacer algunos ajustes dentro del hogar puede ayudar a reducir el riesgo de caída en adultos mayores.

La prevención primaria engloba una serie de medidas encaminadas a disminuir el riesgo de caídas en personas mayores. El objetivo es que la persona mayor sea autónoma, de manera que pueda estar en su domicilio el máximo tiempo posible.

La OMS recomienda la práctica de ejercicio de intensidad leve o moderada. De esta forma, se aumenta la fuerza, disminuye la depresión, mejora el dolor articular y desciende el riesgo de diabetes y enfermedad cardiovascular. Además, es aconsejable hacer una revisión periódica tanto de las gafas como de los audífonos.

Prevención secundaria

Consiste en conocer los factores que han causado la caída y actuar sobre ellos para evitar que se repita.

Prevención terciaria

Se incluyen todas las medidas destinadas a la rehabilitación necesaria para restaurar el estado óptimo del mayor. Además, hay que enseñar a la persona afectada a levantarse tras la caída. Para ello, se recomienda girar el cuerpo hasta apoyar las rodillas, con la intención de ponerse en posición de gateo y levantarse apoyándose en un objeto cercano.

Se estima que el 30 % de los mayores de 65 años, y el 50 % de quienes superan los 80 años de edad sufren al menos una caída al año. Por tal razón, la prevención debe incluir a distintos profesionales de la salud y a las personas de su entorno más cercano.

Teniendo en cuenta las recomendaciones mencionadas previamente y los consejos recogidos en las fuentes citadas, ya se pueden mejorar notablemente las condiciones de seguridad para el adulto mayor. Así, prevenir las caídas será mucho más factible.

Cuidado con las caídas en personas con Parkinson

En cualquier persona mayor una caída implica un riesgo importante de complicaciones para su salud, pero además, si se sufre párkinson, las posibles fracturas, como pueden ser las de hombro o de cadera, suponen un grave deterioro general y una pérdida de movilidad aun mayor. A esta evidencia hay que sumar el propio miedo a las caídas y sus consecuencias, un temor que, como señalan investigadores de la Universidad de Lund y Ulea, en Suecia, en un informe publicado por la revista BMC Geriatrics, está presente en el día a día en los enfermos de párkinson y provoca una sensación de vulnerabilidad que puede llegar a dificultar el desarrollo de sus actividades cotidianas.

¿Cómo actuar ante una caída?

Perder los nervios y estresar, quizá con nuestro elevado tono de voz, a la persona que está en el suelo o moverla bruscamente, con la buena intención de prestar ayuda lo antes posible, puede agravar la situación. En este sentido, es muy importante seguir los consejos que indica SAMUR – Protección Civil sobre cómo actuar ante una emergencia que implique que una persona ha sufrido algún daño. Aunque no siempre resulte fácil, es básico mantener la calma y realizar dos acciones simples antes de iniciar cualquier maniobra de levantamiento:

  1. Comprobar que el entorno es seguro, por ejemplo, retirando cualquier objeto o sustancia próxima al accidentado que pudiera causar un daño mayor a él o a la persona que intenta ayudar.
  2. Hacer una primera valoración tanto de los signos vitales, consciencia y respiración, como de las posibles heridas, fijándonos especialmente en si existe sangrado o hemorragia y en si se observa alguna deformidad que indique una posible fractura. Esta información resultará de vital importancia si la lesión es grave y debes llamar inmediatamente a emergencias 112.

Lo que hay que hacer (y lo que no)

Si la caída parece grave, porque hay pérdida de conocimiento y respiración débil o ausente, no intentes levantar a la persona accidentada. Colócala en posición de seguridad (tumbada sobre un costado, con la pierna superior flexionada y uno de los antebrazos debajo de la cabeza) y pide ayuda. Si, afortunadamente, el golpe no requiere atención urgente, pero la persona mayor no puede levantarse por sí misma, tendrás que ayudarle siguiendo una serie de pasos que eviten incrementar el daño y supongan una protección para ti, porque puede que, al querer auxiliar con rapidez, acabes con una contractura muscular o con una lesión en tu espalda.

Lo primero que debes tener claro es que nunca hay que tirar de los brazos de la persona accidentada en el intento de levantarla. Tampoco manipules, en ningún supuesto, su cabeza o cuello para lograr que se incorpore lo antes posible.

Para un levantamiento seguro, haz que la persona se tumbe totalmente boca arriba, con los brazos estirados, y busca dos puntos de apoyo. Como explica Cristina García Vila, terapeuta ocupacional del Hospital Virgen de la Torre de Madrid ( lo ideal es recurrir a dos sillas, garantizando que no se van a deslizar y que van a poder con el peso de una persona que se apoye en ellas. La maniobra que tendrás que realizar, paso a paso, es la siguiente:

    • Coloca una de las sillas a los pies del accidentado y la otra a la altura de la cabeza.
    • Sitúate detrás de la cabeza y pide a la persona que, poco a poco vaya levantando el tronco, puede que tengas que ayudarle empujando suavemente sus hombros o espalda. Es tu propio cuerpo el que va a servir de apoyo en el caso que al accidentado le cueste incorporarse o se vaya, en un momento dado, involuntariamente hacia atrás.
    • Pídele que flexione ambas rodillas. El lesionado ya está sentado en el suelo, en posición segura.
    • Toca iniciar el levantamiento. Haz que el herido tumbe ambas rodillas hacia un lado y coloca por delante de ellas sus dos brazos, apoyando bien las palmas de las manos en el suelo. Desde este punto, ayúdale a ir girando despacio mientras va levantando el trasero. La idea es que consiga quedar con palmas y rodillas apoyadas, es decir, a cuatro patas.
    • Lo más difícil ya está hecho. Acércale una de las sillas para que apoye los antebrazos y, con tu ayuda y ese apoyo seguro, consiga incorporarse.
    • Finalmente, según la movilidad de la persona puedes ayudarle a girar sobre sí misma para que se siente en la silla o bien si está agarrotada o demasiado dolorida, acercarle la otra para que pueda tomar asiento sin necesidad de hacer ese giro.

El problema en estas situaciones está en la dificultad de cuantificar el riesgo de caídas (especialmente de aquellas que se producen en el propio hogar) que puede tener una persona que sufre párkinson. En este sentido, resulta especialmente interesante el estudio del que se hace eco la Federación Española de Párkinson (@ParkinsonFEP) llevado a cabo por investigadores de Estados Unidos y Países Bajos y que se ha desarrollado a lo largo de dos años y medio.

En el ensayo, en el que han participado más de 2.000 personas, algunas enfermas de párkinson y otras no, ha consistido en utilizar una serie de sensores wearables (que se llevan encima como una pulsera o un collar) para poder comprobar el riesgo de caídas. La idea ha permitido obtener valiosa información sobre número de caídas, situaciones en las que se producen, factores de riesgo, principales consecuencias… Como primera conclusión, el estudio confirma claramente que un adulto mayor que sufra párkinson tiene un mayor riesgo de caerse que otro que no lo padezca. Como segunda, y quizá más importante, es que este ensayo abre nuevas vías en el uso de esos mismos wearables, con fines preventivos que consigan reducir esas caídas, especialmente lesivas para una persona enferma de párkinson.

Fuentes: Mejor con salud, artículo de la farmacéutica María Vijande y de 65 y más, de Mariola Baez.